Diagnóstico nutricional y correcciones al suelo y foliares

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Una revisión de los conceptos básicos permite dirigir con precisión nuestras decisiones en materias de nutrición vegetal. La Dra. Claudia Bonomelli nos guía en un recorrido iluminador donde valoriza instrumentos tan tradicionales como la excavación de calicatas o el análisis de suelos. También nos indica las bases para hacer bien e interpretar adecuadamente los resultados de los análisis foliares, de modo de ir ajustando nuestro programa de fertilización en los nutrientes más relevantes para los cítricos. Finalmente nos invita a conocer avances de las investigaciones en las cuales ha estado involucrada durante los últimos años.

La Dra. Claudia Bonomelli, profesora de nutrición frutal, suelo y fertilidad, de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), plantea las interrogantes que siempre nos hacemos en esta variable de la producción: qué nutrientes considerar; si debemos subir, mantener o bajar las dosis; cuáles fertilizantes elegir de la paleta cada vez más amplia que se nos ofrece; y cómo y cuándo aplicarlos. Para no perderse en la decisión, propone mantener la vista puesta en nuestro objetivo:

–Apuntamos a maximizar la productividad de los huertos, en el marco de los negocios y de la sostenibilidad, sin causar toxicidad ni provocar daño en los recursos, como el suelo. En ese contexto, buscamos mejorar la eficiencia del uso de los fertilizantes, utilizando la menor cantidad posible para alcanzar el potencial productivo.

La académica enfatiza la idea de cuantificar dicho potencial productivo:

–No hay peor negocio –comenta– que, por ejemplo, tratar de sacar 60 toneladas/ha en un huerto que no da más de 40. Esto se traduce en gastar más productos, horas hombre, y recursos en general, sin que el huerto lo devuelva en producción. Entonces será importante conocer el potencial productivo del cuartel o sector, que estará dado por limitaciones de suelo, clima, plantas, entre otros.

Bonomelli nos invita a recordar algunos conceptos básicos, empezando por la “ley del mínimo” de Liebig: el rendimiento no será mayor que aquel permitido por el componente de producción que se encuentre más restrictivo. En consecuencia, resulta vital determinar cuál es el o los factores limitantes de nuestra producción. Tampoco debe olvidarse que las plantas están compuestas en un 95% de carbono, oxígeno e hidrógeno, aportados por el agua y el aire, y solo en un 5% por los nutrientes.

En el caso de estos últimos, su absorción o aprovechamiento va a depender de la disponibilidad, asociada a las características físicoquímicas del suelo más el factor espacial, y de la capacidad de adquisición de la planta, vinculada principalmente al tamaño y distribución de las raíces. El suelo es la fuente más importante para la planta, y el gran reservorio. Las aplicaciones foliares son una herramienta útil, pero no permiten lograr la corrección de los macronutrientes, además de requerir fertilizantes totalmente hidrosolubles y una cuidadosa aplicación.

COMENZAR POR LO MÁS EVIDENTE: CALICATAS Y ANÁLISIS DE SUELOS

Clorosis férrica en suelo con carbonatos.

A partir de todo lo dicho, lo recomendable es comenzar el diagnóstico por el suelo. El primer instrumento corresponde a la calicata, la cual permite conocer el estado de las raíces, la profundidad efectiva del suelo, y detectar si existen problemas físicos, como pedregosidad, cambios abruptos de textura o estratas compactadas y con falta de oxígeno, por ejemplo.

–No sacamos nada con agregar muchos insumos cuando hay un problema con el oxígeno  –puntualiza la especialista–. Si las raíces no respiran, si hay mucha agua y poco aire en el espacio poroso, se producirá un rápido deterioro que no será solucionado con la adición de nutrientes.

Para hacer el programa de fertilización, se debe conocer los factores limitantes del huerto, entre ellos los de origen fitosanitario.

El segundo paso es el análisis químico de suelo. Universalmente se considera como una técnica fundamental para conocer el suministro de nutrientes. Un aspecto clave para un buen diagnóstico se refiere a tomar muestras diferentes en sectores con suelos distintos, pues necesitarán manejos diversos, y trabajar sobre un promedio solo llevará a generalizar un tratamiento que no resultará adecuado para ningún sector en particular. Las plantas obtienen la mayor cantidad de nutrientes entre los 0 y 20 centímetros de profundidad, y la mayor actividad de las raíces ocurre donde llega el agua de riego, por lo tanto el monitoreo tiene que  concentrarse en esa estrata. Muestreos a mayor profundidad son útiles para estudios de horizontes del suelo, antes del establecimiento del huerto o para otros fines.

El programa de fertilización ha de considerar los resultados de textura, densidad aparente, humedad aprovechable, nivel de pH, contenido de materia orgánica, capacidad de intercambio catiónico (CIC), así como los nutrientes disponibles para las plantas.

SABER CON QUÉ CONTAMOS TIENE IMPACTOS EN RENDIMIENTOS Y COSTOS

La calicata permite conocer el estado de las raíces, la profundidad efectiva del suelo, y detectar si existen problemas físicos.

El análisis de suelos para fines agrícolas, más que conocer el contenido total de cada elemento, sirve para obtener la información de los nutrientes disponibles, o sea aquellos que la planta puede absorber. Adicionalmente, puede entregar más antecedentes sobre la salinidad, a través de la conductividad eléctrica, porcentaje de sodio intercambiable, bicarbonatos, sulfatos, cloruros y la relación de adsorción de sodio (RAS).

El conocimiento del pH del suelo que entrega el análisis resulta fundamental, pues afecta el nivel de disponibilidad de los elementos y el ambiente en que se desarrollan las raíces. A medida que aumenta o disminuye el pH, se produce la deficiencia de algunos elementos y el exceso de otros, llegando a rangos de toxicidad.

El análisis de agua es relevante. En la imagen se aprecian las sales en la línea de goteros.

Los aspectos mencionados en el caso de los cítricos son muy importantes al hacer la elección del portainjerto, por ejemplo para seleccionar aquellos que sean resistentes o tolerantes a caliza o salinidad si enfrentamos esos problemas.

En el diagnóstico el análisis de agua es relevante para saber si a través del riego se está adicionando nutrientes u otros elementos que nos beneficien o resulten perjudiciales. Por poner un caso, en muchas cuencas de Chile el agua contiene altos niveles de sulfatos y cloruros.

–Saber con qué recursos contamos –especifica la Dra. Bonomelli– tiene un impacto en los rendimientos y en los costos. Por ejemplo, si el resultado del potasio en el análisis de suelo fue bajo, adicionarlo va a tener una incidencia productiva alta; por el contrario, si fue alto, agregar potasio no mejorará el rendimiento, únicamente aumentará los gastos en la compra del insumo, consumo de energía, transporte, almacenamiento, etc.

PAUTAS DEL ANÁLISIS FOLIAR PARA QUE LOS DATOS REFLEJEN LA REALIDAD

El análisis foliar es un excelente indicador del estado del frutal. Permite detectar e identificar una nutrición no adecuada e informa sobre la absorción de los elementos disponibles, así como la relación entre ellos. Con los datos recogidos se puede evaluar la forma en que está funcionando el programa de fertilización y ajustarlo de ser necesario.

El logro de estos fines requiere el seguir con precisión las pautas de muestreo, las cuales se han estandarizado para poder interpretar y comparar los resultados. En cítricos la muestra debe tomarse en febrero-marzo y podría ser también en abril, dependiendo del lugar, especie o variedad. Es importante tomar la muestra cuando ya se reduce la tasa de crecimiento del brote vegetativo de fines de verano, lo que en general coincide con el final de la fase 2 del fruto. No se elige cualquier hoja, sino aquellas recientemente maduras, ubicadas en brotes sin fruta y, dentro de estos, en la tercera o cuarta posición contando desde la punta hacia la base.

En la evolución normal del nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) a nivel foliar, las hojas muy nuevas mostrarán altos contenidos de dichos elementos, y su medición no será representativa; una hoja muy vieja indicará bajos niveles, que pueden ser asociados a deficiencias, igualmente no representativas.

PREGUNTAS QUE HAY QUE HACER CON EL FIN DE AJUSTAR LA DOSIS DE FERTILIZANTES

Si el análisis foliar (bien muestreado) arroja una deficiencia de nitrógeno, por ejemplo, debemos revisar los siguientes aspectos:

-¿Qué dosis de N se aplicó?

-¿Hubo algún factor climático que haya afectado al huerto?

-¿Cómo fue el rendimiento y calidad en la última campaña?

-¿Cómo se aprecia el vigor del huerto?

-¿La deficiencia se detecta en un sector o es generalizada?

Si falta vigor, se aprecian síntomas de deficiencia y la producción estuvo bajo el rendimiento potencial, entonces se debe subir la dosis.

Si la última dosis de N había sido alta, el problema no se encuentra en el suministro y por tanto hay que revisar los factores que podrían estar dificultando la absorción de nutrientes (i.e. riego, época de aplicación, aspectos fitosanitarios) y hacer calicatas para observar raíces y suelo.

Si el análisis foliar da un resultado en el rango óptimo, convendrá muy probablemente repetir la dosis de la campaña anterior.

Si el resultado es alto o excesivo, habrá que preguntarse: ¿la dosis de la temporada previa fue demasiado alta? ¿Hubo cambios en el riego? ¿Pudo haber mejorado la absorción o la eficiencia del fertilizante utilizado? ¿Hemos aplicado enmiendas orgánicas?

Para disminuir el exceso habrá que disminuir la dosis y evitar desbalances.

CONSIDERACIONES A TENER EN CUENTA PARA CALCULAR LA DOSIS

¿Qué dosis debo aplicar? No hay una receta en términos de kg/ha de N (u otro elemento) por hectárea. El cálculo debe considerar los kg de N extraídos por tonelada de fruta y lo necesario para mantener la biomasa (se puede considerar 3 kg/tonelada de fruta fresca). Al cálculo anterior se debe restar el aporte de N de la materia orgánica del suelo y por último se divide por el porcentaje de eficiencia de recuperación del fertilizante, lo que se estima de acuerdo a las condiciones del suelo, el manejo y la capacidad de absorción. Por ejemplo, con cifras puramente referenciales para efectos comparativos, en un suelo con menos de 1% de materia orgánica (suponemos un suministro N cercano a cero) y distinta eficiencia de recuperación del fertilizante:

Caso 1. Huerto con 40 t de producción/ha, fertirrigado en dosis parcializadas, buenas condiciones edafoclimáticas y sanitarias, con una eficiencia de 75% (el máximo en el caso de N): la dosis no debiera sobrepasar los 160 kg de N/ha.

Caso 2. Huerto 40 t de producción/ha, regado por surcos en un suelo con condiciones limitantes, problemas en las raíces o dificultades sanitarias, o fertilizado sin parcialización, eficiencia de 50%: la dosis aumentaría a 240 kg de N/ha. Mientras más limitantes para la absorción, menor será la eficiencia y mayor la dosis.

Caso 3: Huerto idéntico al caso 1, pero con 60 t de producción/ha: la dosis máxima de N sería de 240 kg/ha (60 * 3 / 0,75).

La dosis se va calibrando y ajustando con los resultados del análisis foliar.

El potasio (K) y el fósforo (P) son móviles en la planta, como el nitrógeno, pero poco móviles en el suelo. Al igual que el N, como se señaló, su concentración en hojas va disminuyendo con el transcurso del tiempo, de manera que en el análisis foliar no se debe elegir hojas muy nuevas ni muy viejas. El análisis de suelo nos indicará los suministros de ambos. Si están bajos, se debe fertilizar hasta el nivel adecuado y en lo sucesivo ir reponiendo los kilos por tonelada de fruta. Pero si el análisis foliar muestra deficiencia, debemos revisar las raíces y los manejos, sobre todo el riego. Si los niveles están altos, no fertilizar.

CALCIO, MAGNESIO, AZUFRE Y BORO

Cuando el fruto todavía está pequeño, en su superficie cuenta con estomas que efectúan un intercambio con el medio externo; en esa etapa aún hay vías de entrada para calcio foliar, después desaparecen.

El calcio (Ca) se relaciona con la calidad de la fruta, porque se encuentra en la pared celular y otorga firmeza a los tejidos. También tiene que ver con las respuestas de la planta a cambios ambientales. Su absorción desde el suelo se efectúa por flujo de masa y requiere de la presencia de abundantes raíces nuevas; si son escasas, habrá insuficiente nutrición con Ca. Se mueve a través del xilema, siendo la transpiración la fuerza motriz fundamental. Una vez que ingresa a un tejido, ya no se puede traslocar a otros, a diferencia del N, K y P. Aplicaciones demasiado abundantes en N inducirán un crecimiento vegetativo que llevará el Ca hacia los tejidos verdes y no hacia la fruta, la cual quedará mal nutrida de este elemento.

Cabe mencionar la relación antagónica del Ca con el magnesio (Mg). Aunque el análisis de suelo nos muestre niveles adecuados de Mg en el suelo, el análisis foliar puede revelar un déficit de él, cuando hemos aplicado de manera excesiva K y Ca.

El azufre (S) varía mucho dependiendo del tipo de suelos. Saber su nivel en el suelo permite una fácil corrección.

Déficits de hierro (Fe) habitualmente no ocurren por su falta en el suelo, sino por una baja disponibilidad debida a la presencia de caliza. Con la alcalinidad asociada a un alto nivel de OH en el suelo se forman óxidos de hierro, insoluble. El manejo puede incluir modificaciones del pH o aplicación de productos especiales.

El boro (B), presenta situaciones muy distintas en los diversos suelos, con déficits o excesos. En el primer caso habrá dificultades de cuaja y problemas en la forma de la fruta; en el segundo, su presencia puede resultar tóxica. El agua puede afectar; por ejemplo, en valles del norte de Chile en que proviene de la alta cordillera de Los Andes, suele llevar altos contenidos de B que inciden sobre los cultivos. Importante recordar que la fertilización con B se hace en cantidades muy pequeñas.

UNA MUESTRA DE RESULTADOS DE INVESTIGACIONES

Claudia Bonomelli sintetiza en breves palabras algunos de los hallazgos de las últimas investigaciones de la PUC en cítricos.

– La composición mineral de naranjas en los árboles expuestas a la luz se comparó con frutas a la sombra. Hubo menores niveles de K y N en las naranjas con luz, mientras que el nivel de Ca fue mayor en los frutos expuestos a la luz, tanto en la pulpa como en la cáscara.

-Se comparó fruta con 90% de color y fruta verde. El contenido de K fue menor en la fruta de color verde. El contenido de N se comportó a la inversa.

-Se analizó la composición mineral de naranjas con y sin clareta. El K fue menor en el flavedo, el albedo y la pulpa de frutos sanos en comparación a los que presentan clareta, mientras el Ca mostró lo contrario y, por último, el contenido de N fue mayor en naranjas con clareta.

-Actualmente se realizan estudios con elementos como trazadores (45Ca, 10B) para determinar el movimiento del Ca desde el suelo hacia los frutos y hojas de distintas especies de cítricos. Entre otros resultados, en mandarinas un 97% del Ca en aplicación foliar a hojas y frutos permanece en ellos. De lo aplicado al suelo el mayor porcentaje quedó en las estructuras, raíces y troncos; solo el 1% quedó en los frutos.

PREGUNTAS EN EL CURSO INTERNACIONAL DE CÍTRICOS DE LA PLATAFORMA REDAGRÍCOLA

La absorción de los nutrientes depende de la disponibilidad, asociada a las características fisicoquímicas del suelo más el factor espacial, y de la capacidad de adquisición de la planta vinculada al tamaño y distribución de las raíces.

Durante el curso internacional de cítricos “Fundamentos agronómicos para el manejo de un huerto moderno” en la plataforma Educación Redagrícola, la Dra. Bonomelli abordó las inquietudes de los participantes. A continuación una síntesis de las consultas y las respuestas:

-¿Qué frecuencia recomienda para el análisis de suelo?

-Si estoy haciendo un cambio en el suelo, del pH con un encalado o una corrección de potasio o fósforo, por ejemplo, aconsejo hacer un análisis de suelo antes del tratamiento y otro al cabo de 6 meses a un año después de la aplicación. Conviene efectuarlo con la frecuencia suficiente para medir el cambio cuando estoy calibrando un factor; una vez logrado, se puede hacer cada 2 a 3 años.

-¿Cómo influye el pH en la absorción de los micronutrientes?

-La disponibilidad de los nutrientes depende fundamentalmente del pH. Si es ácido, neutro o alcalino hará que unos u otros nutrientes estén más o menos disponibles. Los micronutrientes metálicos, el hierro, cobre, zinc y manganeso, varían mucho: con un pH muy alcalino la disponibilidad va a ser menor.

-¿Qué propone como enmienda para corregir un pH bajo, con un cultivo ya implantado? ¿A partir de qué tiempo debiera verse la respuesta?

-Es posible tener una respuesta relativamente pronta dependiendo de lo que se aplique para elevar el pH ácido. El óxido de calcio actúa muy rápido. Menor costo tiene, por ejemplo, el carbonato de calcio (cal) o bien dolomita, que además contiene carbonato de magnesio. Se trata de un tema absolutamente manejable. La dosis se calcula y el producto se elige dependiendo del nivel al cual se quiera llegar, tipo de suelo, solubilidad de la enmienda, y niveles de otros nutrientes o elementos en el suelo: cal calcita, cal dolomita, hidróxido de calcio u óxido de calcio. El tiempo requerido para obtener respuesta al encalado, se relaciona con la solubilidad del producto encalante, a menor solubilidad la respuesta demorará más.

-¿Es importante la concentración de los fertilizantes en el riego?

-No hay que pasar una cierta conductividad eléctrica, el aumento excesivo del potencial osmótico es perjudicial para la planta. El límite depende de la condición del suelo, sobre todo cuando estamos al límite de la salinidad, como es el caso de muchos huertos en Chile.

-¿Cuándo agregar guano para no generar antagonismos entre nutrientes y evitar una concentración de N en otoño?

-El guano o estiércol es muy beneficioso porque mejora la estructura del suelo. Otoño o invierno (depende de la zona y variedad) podrían ser buenas épocas para aplicarlos, incorporándolos al suelo, después de las cosechas. Sin embargo debemos verificar si no hay alguna restricción, por ejemplo si el suelo es salino, porque los estiércoles presentan salinidad y algunos muy alta.

-La incorporación de guano u otras materias orgánicas sobre camellones demora demasiados años. ¿Cómo mejorar la estructura del suelo rápidamente?

-Hay suelos complicados, con alto contenido de arcilla y tendencia a compactarse. Se trata de un tema físico que se resuelve con una gran cantidad de enmienda orgánica, para que las raíces vayan avanzando y abriendo espacios. Yo recomendaría preferir guano que contenga cama de animales, con paja, por ejemplo, pues así se adiciona carbono al suelo y genera un proceso de descomposición. He visto hacer un surco en el costado de los árboles e ir incorporando el guano ahí, porque las raíces van hacia donde encuentran oxígeno. Los camellones son siempre complejos, se van bajando y a veces, por haber perdido la estructura, producen problemas de infiltración en el perfil.

-¿Qué cantidad de N debo considerar para una planta que fue transplantada al huerto hace 3 meses?

-Cuidado con el nitrógeno en plantas pequeñas. No se debiera pasar de 30 kg/ha o incluso menos, y aplicarlo de a poco, lo más parcializado posible. En una planta tan chica el N, si es mucho, no se va a asimilar completamente y va a tener cierto grado de toxicidad.

-¿Qué rangos de eficiencia se logran con la urea y de qué depende esa eficiencia?

-La urea es buena como fertilizante, es soluble y además económica. Eso sí, acidifica. Entrega amonio, de rápida disponibilidad, como lo demuestran nuestros ensayos. Sin embargo se volatiliza como amoniaco (NH3) en suelos muy alcalinos o muy secos. En un suelo seco la solución es regar y aplicar inmediatamente, si es que no se cuenta con fertirrigación. La eficiencia depende más del tipo de suelo, la forma de aplicación y si se parcializa la dosis.

-¿En qué momento utilizaría inhibidores de nitrificación en fruticultura?

-Los productos con inhibidores de nitrificación retardan la conversión desde amonio (NH4+) a nitrato (NO3). La industria lo comenzó a hacer para evitar la lixiviación del NO3, sin embargo la planta absorberá cualquiera de las dos formas, NO3 o NH4+. Por tanto, conviene usar los fertilizantes con inhibidores de nitrificación en suelos de textura gruesa, con arena o gravilla, con riesgo de lixiviación. No se justifica en condiciones de suelo donde el N no se lixiviará, como un suelo de texturas medias a finas o en el caso de riegos frecuentes, con láminas menores y aplicaciones parcializadas en dosis pequeñas.

-Desde el punto de vista energético y de asimilación del nitrógeno, ¿cuál es la diferencia entre utilizar amonio y nitrato?

-Como señalé, cualquiera de los dos formas de N va a entrar a la planta si está disponible y cerca de la raíz. Dentro del árbol, si ingresa como amonio pasa directamente a la asimilación, o sea a la cadena de carbono-nitrógeno-aminoácidos. Al entrar como nitrato, debe transformarse internamente en amonio para luego seguir la misma cadena. En ambos casos va a terminar como aminoácido. El amonio en exceso puede ser más tóxico, y también antagonizar con el calcio. Se escucha decir que las plantas prefieren el amonio al nitrato. Yo creo que en realidad las plantas van a tomar lo que tengan accesible a la superficie activa de la raíz. La elección de la forma del nitrógeno tiene más que ver con qué forma está disponible, el pH y los microorganismos en el suelo, que también usan ese nitrógeno.

-¿En qué época es mejor tomar las muestras foliares y cuántas veces en el año? ¿Se toma de ramas con o sin frutas?

-La tercera o cuarta hoja contando desde la punta de la rama, deben ser hojas recientemente maduras (adultas), lo que ocurre en marzo, pero depende de la especie, puede ser un poco antes o después también. Se eligen brotes sin fruta. Con un buen análisis de suelo para establecer el programa nutricional y con un análisis foliar ya se sabe cómo va el huerto, para calibrar la dosis.

-¿Son efectivas las aplicaciones foliares de sulfatos para corregir deficiencias o es preferible el uso de fertilizantes formulados de última generación?

-Son efectivas. Hay que tener cuidado con el pH de la solución final, porque podrían ser soluciones ácidas, se debe verificar en qué pH queda la mezcla, dependiendo de la calidad de agua, y corregir si es necesario. También existen formulaciones sin esta dificultad, más caras, preparadas para usarlas sin preocuparse del tema.

-¿La aplicación foliar de potasio es más adecuada, dado que tiene poca movilidad en el suelo?

-Se podría pensar así, llegar con el producto “a la vena”. El problema son las cantidades que se aplican: 1 a 2 kg del producto por hectárea, muy lejos de resolver las necesidades del cultivo. Con irrigación tecnificada se soluciona el tema de la movilidad en el suelo aplicando el K localizado. Si es con riego tradicional se hace un surco al lado de los árboles para que el agua con el nutriente llegue a las raíces, teniendo cuidado si es que la textura es arenosa porque en ese caso conviene parcializar la dosis.

-¿Por qué no se recomienda el uso de magnesio y potasio juntos en el verano?

-Si tiene una necesidad indicada por el análisis de suelo o foliar y se aplica al suelo, no habría problema de hacerlo. La dificultad surge cuando hay exceso de uno de ellos, lo cual dificulta la absorción del otro, de manera que si uno de ellos está alto, no se debiera aplicar más de ese nutriente

-¿Podría comentar sobre usos de molibdeno y potasio en toma de color?

-El color de la fruta no se explica por uno o dos nutrientes, se trata de un tema bastante más complejo. ¿Qué aspectos podemos manejar? Primero, tener un estatus nutricional apropiado, con todos los niveles donde deben estar. Una falta de potasio va a afectar el calibre además del color, con consecuencias comerciales, por tanto debo adicionarlo. No obstante, si está en un buen nivel y lo agrego, nada va a ocurrir con el color ni el calibre; el factor limitante es otro. El molibdeno (Mo), a diferencia de otros microelementos como el Zn, Mn, níquel (Ni), Fe o Cu, se encuentra más deficitario en suelos ácidos no en suelos neutros-alcalinos, que son los que predominan en la zona citrícola de Chile. Ocurre, por ejemplo, en praderas muy al sur del país, con pH en torno a 5. Si el huerto estuviese en un suelo ácido, la disponibilidad de Mo se soluciona encalando. Si bien no creo que explique una falta de color, de existir esa sospecha recomiendo hacer un análisis; la analítica del Mo es complicada, pero existe.

-La acción del Mo estaría en la ruta del N, por medio de la nitrato reductasa, la cual permitiría que la planta metabolice los excesos de N, dando paso a la mejora de color. ¿Comentarios?

-Como se señala, la actividad de la nitrato reductasa se relaciona con la concentración de nitratos en el citosol, con otros nutrientes como sulfatos, molibdeno y también con otros factores. No obstante, un problema de déficit molibdeno podría encontrarse en una pradera leguminosa en un suelo ácido, que como dije no son los suelos que predominan en el área de cítricos en Chile. Si el tema es ayudar ante un exceso de nitrógeno, creo que es mejor bajar la dosis de N. Yo mediría el Mo en el suelo, si es suficiente y estamos con un pH neutro-alcalino, no me preocuparía de eso, sino de controlar la alta aplicación de N.

-La disponibilidad de nutrientes como Ca y K en suelos y aguas en general es suficiente en Chile, pero se requieren aplicaciones al suelo e incluso foliares. ¿Comentarios al respecto?

-Si bien en general hay mucho calcio en el suelo, pueden existir casos (suelos muy arenosos, ácidos o lixiviados, por ejemplo) en que sea deficitario y por lo tanto se debe medir y si es necesario corregir. Cuando el Ca es abundante en el suelo, una deficiencia no es un problema de suministro sino de distribución. Eso se logra con un árbol equilibrado, sin demasiado vigor a causa de un exceso de N, que no promueva la distribución del Ca al fruto. Se puede aplicar Ca foliar, aunque el problema se origina en el desbalance. El potasio es distinto ya que tiene gran movilidad en la planta, la recomendación es aplicarlo localizado al suelo.

-¿Aplicaciones tempranas de calcio foliar (floración-cuaja) tendrían efectos en disminuir creasing en fruta? ¿Aplicaciones al suelo no serían efectivas debido a la poca actividad radicular y baja transpiración en esa época?

-Es así, sin embargo, como he señalado, cuando hay mucho nitrógeno en el sistema, o mucho potasio, se produce el desbalance que origina la falta de Ca en los frutos, aun cuando haya abundancia de Ca en el suelo.

-¿Qué fuente de calcio es la mejor, en qué periodo se debe incorporar para mejorar su absorción y posicionarlo en el fruto más que en las hojas? ¿Con qué volumen de agua?

-En caso de falta de suministro de Ca en el suelo, lo que podría ocurrir en zonas de lluvia abundante o en suelos ácidos o pobres del elemento, lo más económico es el sulfato de calcio (yeso agrícola), lo que apuntaría a aumentar el Ca y además a resolver un muy probable déficit de azufre en esos suelos. El óxido de calcio, lo que llamamos “cal viva”, tiene un valor encalante muy alto, es decir que genera mucho OH. Va a entregar calcio, pero no es una fuente adecuada para suelos de pH neutro o elevado, porque sube el pH, salvo si se hace con una formulación que se encuentre neutralizada. En general los cloruros de calcio entran rápidamente a la planta, son muy solubles. Lo mismo el nitrato de calcio, aportando además nitrógeno. Si se dispone de Ca en el suelo pero la experiencia muestra que no está llegando a los frutos, se puede hacer aplicaciones foliares, aunque su entrada por la superficie de los frutos, a través de los estomas u otras vías no será fácil cuando los frutos ya cuentan con ceras y compuestos impermeables. Además, si el objetivo consiste en apoyar la formación de los nuevos tejidos, no tiene sentido dejar las aplicaciones para el final, porque esas estructuras ya se formaron. De hacerlas, hay que llevarlas a cabo al principio, a comienzos de la cuaja, el momento en que hay movimiento de calcio. Cuando el fruto todavía está pequeño, en su superficie cuenta con estomas que efectúan un intercambio con el medio externo; en esa etapa aún hay vías de entrada, después los estomas dejan de ser funcionales en el fruto. El volumen recomendado es el que deje bien asperjado el fruto, sin provocar deriva ni escurrimiento. Debe llegar al fruto, de lo contrario las hojas lo van a absorber y no lo translocarán al fruto. Pero, insisto: cuidado con el vigor y el exceso de N; las aplicaciones foliares son un recurso más, dentro del manejo integral del huerto.

Fuente: Redagricola

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